El Notre
viernes, 6 de diciembre de 2019
lunes, 2 de diciembre de 2019
“Cuando uno ha dejado la vida en lo que hace…
no se va nunca.”
Del Director Prof. Enrique Cal (Quique)
Una vez más, como desde hace once años nos reunimos para
despedir a una generación de sexto que se va… o se queda para siempre… como se
han quedado todas las anteriores. Cuando uno ha dejado la vida en lo que hace,
ha dejado sus afectos y sus vivencias, no se va nunca… pasa a integrar la
historia de ese lugar tan querido por todos y todas.
Lugar querido… más allá del tiempo que pasamos en él, sea un
año, dos, tres, seis… doce o más… ya que cada una de estas cantidades son
exactamente las que ha pasado esta generación en el Colegio, según quien sea el
o la integrante de la misma.
Un sueño que comenzó con Emilia, nuestra fundadora,
atendiendo a las jóvenes desplazadas por la Revolución Industrial, y que
llegara a nuestro país en 1955, hoy cumple una vez más con su misión… la de
aportar al desarrollo de hombres y mujeres de bien, que más allá de su
formación académica tienen claro por donde caminar, dónde está el horizonte o
la utopía, como bien nos dice Galeano.
Esa utopía que nos impulsa a construir comunidad, a construir
Reino allí donde estemos… ese Reino anticipado por nuestro Padre y que entre
todos y todas, intentamos construir día a día en el Notre, con sus
imperfecciones, con sus desafíos, con sus mieles y sus sinsabores… porque de
eso está hecha la VIDA.
Una VIDA que hoy les impulsa a dar un paso más hacia su pleno
desarrollo… algunos serán universitarios o universitarias, otras trabajadoras y
trabajadores maduros y orientados hacia la construcción de un país que nos
necesita lúcidos, comprometidas, corajudos y valientes para asumir el desafío
de lo que se viene... sea cual sea el
resultado de este Domingo tan significativo para todos nosotros como ciudadanos
y ciudadanas.
Hablamos de jóvenes que en unos meses recorrerán otros
pasillos, otras calles, otros centros educativos, otros desafíos… acordes a la
edad, la madurez y el recorrido que ya han realizado.
Un recorrido que por supuesto, no realizaron solos o solas,
estuvieron SUS FAMILIAS. A quienes desde la comunidad educativa del Notre,
estamos eternamente agradecidos por habernos confiado el tesoro más grande que
tienen… SUS HIJOS e HIJAS.
En la síntesis entre lo que han recibido en sus familias y en
el Colegio, es que se fue construyendo la escala de valores que porta cada uno
y cada una… la escala de valores que reconocen como propia… y que defienden a
ultranza.
Escala de valores que les va a exigir tomar decisiones en
todo momento…
… ¿estudio más o lo dejo por ahí?
… ¿lo hago o no lo hago?
…¿lo pruebo o no lo pruebo?
… ¿cruzo esta línea definitivamente o no la cruzo?
… ¿hago lo que me dice mi conciencia… o sigo a la manada en
la carrera por “parecer” que soy un crack o una recrack?
Llegaron niños o adolescentes… y hoy egresan como jóvenes a
quienes consideramos amigos y amigas...
Mis amigos son todos así, mitad locura mitad santidad, no los
escojo por la piel, sino por la pupila que ha de tener un brillo cuestionador y
una tonalidad inquietante, los elijo con la cara lavada y el corazón expuesto,
no quiero sólo el hombro o el regazo sino su mayor alegría.
Son así, mitad broma, mitad
seriedad, no quiero risas previsibles, ni llantos piadosos. Quiero amigos
serios de esos que hacen de la realidad su fuente de aprendizaje, pero que
luchan para que la fantasía no desaparezca.
JOAO PESSOA
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viernes, 11 de octubre de 2019
Los anteojos de Emilie: una particular manera de ver.
Cuando nos acercamos a Emilie de Villeneuve descubrimos en ella una gran capacidad de vivir las dificultades y problemas como parte del camino. La vemos apoyarse contínuamente en dos certezas vitales. Por un lado su confianza en la presencia de Dios en su aquí y ahora, y por otro su decisión y entusiasmo de aprender a transformar las limitaciones en puntos de apoyo para avanzar.
Emilie es una mujer decidida a vivir intensamente su vida, sin desentenderse de sus responsabilidades. A la vez, vive su fe como una respuesta agradecida y generosa al llamado que Dios siembra en su corazón: servir la causa de un mundo más fraterno y humano.
Emilie trata de ver, mirar, con otra perspectiva hacia las situaciones donde generalmente se señalan limitaciones y dificultades. Esa es su actitud fundamental ante los desafíos que se le presentan en lo personal, lo familiar, lo comunitario, lo social: aprender a ver, a mirar de un modo diferente, a abrir los ojos a nuevas dimensiones de la realidad.
Sabe tomarse tiempo para no quedarse con un primer golpe de vista, se hace cómplice de la paciencia y la esperanza. En numerosas oportunidades expresa "ahora lo veo más claro"... "veo las cosas de una manera distinta"...
Su modo de mirar y ver la realidad se relaciona simbólicamente con su dificultad visual, sufría de miopía, esto le exigía utilizar anteojos.
Esta dificultad se convierte en una metáfora, sus anteojos se transforman para nosotros en un íkono que habla de la perspectiva, la mirada particular que tenemos de la educación en el Notre:
- Invitarnos a ver en los aciertos y los errores las oportunidades de aprender.
- Buscar diferentes puntos de vista para no simplificar la realidad y analizar con lucidez los pasos a dar.
- Construir una mirada de equipo que vaya más allá de la percepción limitada de cada uno.
Creemos que uno de los desafíos más grandes que hoy tenemos los educadores es construir una mirada lúcida y comprensiva hacia los procesos de crecimiento y aprendizaje que niños, niñas, y adolescentes experimentan en nuestra comunidad educativa.
"Mirando la Vida al estilo de Emilia, encontramos señales de que otro mundo es posible"
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miércoles, 28 de agosto de 2019
"Érase una vez un barco"
"Érase una vez...un puerto, lejano en el tiempo y en el espacio, también lejano en los contextos culturales...lejano... Érase una vez este barco, hace tiempo y allá lejos." (Lic. Javier Castagnola)
En su tiempo, Emilie de Villeneuve y su comunidad, la
primera comunidad de Hermanas Azules, se sintieron impulsadas a salir al
encuentro de pueblos que, desde su dolor, clamaban por presencias solidarias
y fraternas.
Un sueño muy querido de Emilie la llevó a impulsar la fundación de la primera comunidad de religiosas mujeres en África, más precisamente en el Congo.
El primer viaje, de las primeras Hermanas Azules desde Francia al Congo, se llevó adelante en un barco llamado “EL INFATIGABLE”.
Desde entonces, el barco y su nombre son para nosotros un íkono, un símbolo que nos habla del estilo de
nuestra tarea educativa.
En el Notre los educadores tenemos como opción ética fundamental estar a favor de las posibilidades, abrir
horizontes, contagiar optimismo. Salir al Encuentro de la realidad particular de cada niña-niño y adolescente de nuestra comunidad educativa.
Queremos apostar a la imaginación, a buscar siempre otros rumbos posibles que nos impulsen hacia el
horizonte. En el Notre el aprendizaje se realiza “navegando” juntos, niños-niñas -adolescentes y adultos, viviendo intensamente su personal travesía a bordo de “El Infatigable”.
"Érase esta vez, acá, en este tiempo, en estos lugares, nuevos barcos...nuevos pero con mujeres y hombres herederos de aquellas primeras pasajeras del barco." (Lic. Javier Castagnola)
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viernes, 26 de julio de 2019
Educándonos alrededor de la Mesa
El jardín que
rodea la casa de Emilie de Villeneuve conserva su Mesa de Piedra. Ella
amaba particularmente ese rincón del hogar de su niñez y adolescencia, donde han
quedado resonando sus conversaciones, sus juegos, sus sueños. Sentada en uno de
sus bancos laterales, fue descubriendo su más profunda
vocación.
Un día, en ese
mismo lugar, se animó a revelarle a su
padre el sueño que la mantenía “despierta”, el que hacía latir su corazón entusiasmado:
servir a Dios y a los pobres.
La Mesa
de Piedra se ha transformado para quienes compartimos los sueños de
Emilie en el íkono del encuentro, del diálogo, del discernimiento. Es la Mesa
de las decisiones, de esas decisiones que marcan para siempre nuestra
vida y la de quienes nos aman. Es la Mesa de los encuentros que se graban
en lo más profundo de nuestro interior y dejan una huella que no se borrará
jamás.
Nuestro patio
del Tilo, en el Notre, está poblado de risas, cantos, voces, que
nacen alrededor de la Mesa, la Mesa del Tilo.
La Mesa
del Tilo, que ya no es de piedra, es lugar de encuentro, de
complicidades, de tareas en grupo, de pasar el rato “por el gusto de estar” así nomás. Junto a esta Mesa, en soledad o en compañía, nos sentimos en Casa.
Alrededor de
esta Mesa aprendemos, jugando, conversando, trabajando, escuchando, compartiendo,
que cada día es una invitación a crecer como personas, a acercarnos
a quienes nos necesitan, a compartir sueños de libertad y vida
abundante.
A esta Mesa, a
este lugar, estemos donde estemos, siempre podremos volver. Por más lejos que
nos lleve nuestro camino en la vida, siempre podremos reencontrarnos alrededor de la
Mesa del Tilo, nuestra Mesa de Piedra.
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viernes, 21 de junio de 2019
La Vida de EMILIE en nuestros "ÍKONOS"
1811 - Nace Jeanne
Emilie de Villeneuve, en Toulouse Francia, el 9 de marzo.
Su niñez y
adolescencia está marcada por el sueño de dedicar su vida a Dios en el servicio
de los más pobres de su tiempo. La mesa de piedra del jardín de su casa es lugar de encuentro, de búsqueda, de diálogo
con sus amigas, con su familia. Allí va madurando las decisiones fundamentales
para su vida.
1836 - Junto a otras mujeres comienza su vida comunitaria al servicio de los más pobres, fundando la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Castres. El color elegido para su hábito religioso les dio el nombre que hoy las identifica en el mundo: “Hermanas Azules”.
1836 - Junto a otras mujeres comienza su vida comunitaria al servicio de los más pobres, fundando la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Castres. El color elegido para su hábito religioso les dio el nombre que hoy las identifica en el mundo: “Hermanas Azules”.
1846 - En Castres inaugura su primera casa: Un refugio para las jóvenes en situación de calle. El corazón de la vida del Refugio
será el taller de costura. Cada llegada de una nueva joven a las puertas del Refugio era
anunciada por la campana instalada a pedido de Emilie. En respuesta al llamado de aquella
campana Emilie acudía a recibir personalmente a cada joven con su abrazo. Ese abrazo se extendía hacia los que más sufrían en su pueblo. Propone a su
comunidad preparar una olla solidaria para acercar alimento a quienes no lo tienen, especialmente a los
presos.
1847- No hay
fronteras para los sueños de Emilie. El 11 de enero de 1848 llega la primera
comunidad de Hermanas Azules a la Isla Gorée, la “puerta sin retorno”, en
África, lugar donde los traficantes
recluían a los africanos para venderlos y embarcarlos como esclavos. Las
Hermanas Azules habían partido desde el
puerto de Brest el 24 de diciembre de
1847 a bordo de un barco con un significativo nombre “El
Infatigable”. Emilie, quien debía permanecer en
Francia, buscó la forma de compartir aquel viaje, partiendo de Castres hacia
Bordeaux, navegando en un vapor junto a ellas desde Bordeaux a Nantes, llegando a esperar el Buen Viento en
el Puerto de Brest.
1854- Una epidemia
de cólera golpea dolorosamente a su pueblo. Emilie abre las puertas de la casa madre
de las Hermanas Azules para dar atención a los enfermos y sus familias. El 2 de octubre la enfermedad provoca su muerte cuando tenía 43 años. Esta fecha quedó
entre nosotros como una convocatoria de memoria y celebración. Ese
día sus sueños se sembraron definitivamente para germinar en la vida de
una multitud de mujeres y hombres.
17 de mayo de 2015
- La Iglesia Católica de todo el mundo proclama
que la
vida de Emilie de Villeneuve es fecunda y plena, la propone como fuente
de inspiración e impulso misionero para toda la Iglesia. La invoca como
presencia
que sostiene y fortalece el compromiso de discípulos y discípulas de
Jesús a favor de la causa de la Justicia, la Paz y la Integridad de la Creación
de la cual somos parte.
Cada 3 de octubre,
la Iglesia de todo el mundo celebrará la fiesta de Santa Emilie de Villeneuve, escucharemos su voz invitándonos a ser felices viviendo nuestra vida
al servicio del Evangelio, siendo “Cómplices del mismo sueño”.
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viernes, 14 de junio de 2019
Los "ÍKONOS" de nuestra IDENTIDAD
NUESTROS “ÍKONOS”
Cuando las personas, las
familias, las comunidades, los pueblos, queremos decir "quiénes somos" necesitamos símbolos, palabras,
imágenes que expresen nuestra IDENTIDAD única y original.
En el NOTRE, como en todas las Comunidades Azules, para
hablar de nuestra IDENTIDAD, acudimos a nuestros “ÍKONOS”.
Nuestros íkonos son símbolos, imágenes, objetos, acontecimientos,
palabras, personas, a través de las cuales podemos VER, DESCUBRIR, DECIR,
COMPARTIR “QUIÉNES SOMOS”.
Son VENTANAS, puertas que se abren, para que podamos ENTRAR
y relacionarnos con las experiencias VITALES que marcan para siempre nuestra
identidad.
Nuestros íkonos son links, accesos directos, enlaces, que
nos conectan con el sentido profundo de
nuestra tarea cotidiana como comunidad educativa.
Nos invitan a participar en una conversación que nos ayude a
compartir lo más importante de lo que vivimos.
Nos impulsan a establecer vínculos educativos que
nos hagan crecer como personas capaces de hacer su aporte en la construcción de
una convivencia menos injusta, más responsable y fraterna.
Nuestros íkonos expresan, muestran, señalan, atraen nuestra atención hacia una “hondura”
que llamamos “nuestra espiritualidad”.
El Infatigable, la Campana del Refugio, la Mesa de Piedra,
el Jazmín, el Patio del Tilo, nos hablan
del Notre, de nuestro colegio, de una comunidad educativa con raíces, historia,
horizontes, sueños, desafíos.
A partir de ellos, y a través de ellos, trataremos de contar
el camino que vamos haciendo comunitariamente, con entusiasmo y esperanza, porque la EDUCACIÓN ES
ENCUENTRO.
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