viernes, 26 de julio de 2019

Educándonos alrededor de la Mesa




El jardín que rodea la casa de Emilie de Villeneuve conserva su Mesa de Piedra. Ella amaba particularmente ese rincón del hogar de su niñez y adolescencia, donde han quedado resonando sus conversaciones, sus juegos, sus sueños. Sentada en uno de sus bancos laterales, fue descubriendo su más profunda vocación.  

Un día, en ese mismo lugar,  se animó a revelarle a su padre el sueño que la mantenía “despierta”, el  que hacía latir su corazón entusiasmado: servir a Dios y a los pobres. 

La Mesa de Piedra se ha transformado para quienes compartimos los sueños de Emilie en el íkono del encuentro, del diálogo, del discernimiento. Es la Mesa de las decisiones, de esas decisiones que marcan para siempre nuestra vida y la de quienes nos aman. Es la Mesa de los encuentros que se graban en lo más profundo de nuestro interior y dejan una huella que no se borrará jamás.


Nuestro patio del Tilo, en el Notre, está poblado de risas, cantos,  voces,  que nacen alrededor de la Mesa, la Mesa del Tilo.

La Mesa del Tilo, que ya no es de piedra, es lugar de encuentro, de complicidades, de tareas en grupo, de pasar el rato “por el gusto de estar”  así nomás.  Junto a esta Mesa, en soledad o en compañía,  nos sentimos en Casa

Alrededor de esta Mesa aprendemos, jugando, conversando, trabajando, escuchando, compartiendo, que cada día es una invitación a crecer como personas, a acercarnos a quienes nos necesitan, a compartir sueños de libertad y vida abundante. 

A esta Mesa, a este lugar, estemos donde estemos, siempre podremos volver. Por más lejos que nos lleve nuestro camino en la vida, siempre podremos reencontrarnos alrededor de la Mesa del Tilo, nuestra Mesa de Piedra.





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