lunes, 2 de diciembre de 2019




Cuando uno ha dejado la vida en lo que hace…
no se va nunca.

 Del Director Prof. Enrique Cal (Quique)

Una vez más, como desde hace once años nos reunimos para despedir a una generación de sexto que se va… o se queda para siempre… como se han quedado todas las anteriores. Cuando uno ha dejado la vida en lo que hace, ha dejado sus afectos y sus vivencias, no se va nunca… pasa a integrar la historia de ese lugar tan querido por todos y todas.

Lugar querido… más allá del tiempo que pasamos en él, sea un año, dos, tres, seis… doce o más… ya que cada una de estas cantidades son exactamente las que ha pasado esta generación en el Colegio, según quien sea el o la integrante de la misma.

Un sueño que comenzó con Emilia, nuestra fundadora, atendiendo a las jóvenes desplazadas por la Revolución Industrial, y que llegara a nuestro país en 1955, hoy cumple una vez más con su misión… la de aportar al desarrollo de hombres y mujeres de bien, que más allá de su formación académica tienen claro por donde caminar, dónde está el horizonte o la utopía, como bien nos dice Galeano.

Esa utopía que nos impulsa a construir comunidad, a construir Reino allí donde estemos… ese Reino anticipado por nuestro Padre y que entre todos y todas, intentamos construir día a día en el Notre, con sus imperfecciones, con sus desafíos, con sus mieles y sus sinsabores… porque de eso está hecha la VIDA.

Una VIDA que hoy les impulsa a dar un paso más hacia su pleno desarrollo… algunos serán universitarios o universitarias, otras trabajadoras y trabajadores maduros y orientados hacia la construcción de un país que nos necesita lúcidos, comprometidas, corajudos y valientes para asumir el desafío de lo que se viene... sea cual sea el resultado de este Domingo tan significativo para todos nosotros como ciudadanos y ciudadanas.

Hablamos de jóvenes que en unos meses recorrerán otros pasillos, otras calles, otros centros educativos, otros desafíos… acordes a la edad, la madurez y el recorrido que ya han realizado.

Un recorrido que por supuesto, no realizaron solos o solas, estuvieron SUS FAMILIAS. A quienes desde la comunidad educativa del Notre, estamos eternamente agradecidos por habernos confiado el tesoro más grande que tienen… SUS HIJOS e HIJAS.


En la síntesis entre lo que han recibido en sus familias y en el Colegio, es que se fue construyendo la escala de valores que porta cada uno y cada una… la escala de valores que reconocen como propia… y que defienden a ultranza.

Escala de valores que les va a exigir tomar decisiones en todo momento…
… ¿estudio más o lo dejo por ahí?
… ¿lo hago o no lo hago?
…¿lo pruebo o no lo pruebo?
… ¿cruzo esta línea definitivamente o no la cruzo?
… ¿hago lo que me dice mi conciencia… o sigo a la manada en la carrera por “parecer” que soy un crack o una recrack?

Llegaron niños o adolescentes… y hoy egresan como jóvenes a quienes consideramos amigos y amigas...

Mis amigos son todos así, mitad locura mitad santidad, no los escojo por la piel, sino por la pupila que ha de tener un brillo cuestionador y una tonalidad inquietante, los elijo con la cara lavada y el corazón expuesto, no quiero sólo el hombro o el regazo sino su mayor alegría.
Son así, mitad broma, mitad seriedad, no quiero risas previsibles, ni llantos piadosos. Quiero amigos serios de esos que hacen de la realidad su fuente de aprendizaje, pero que luchan para que la fantasía no desaparezca.
JOAO PESSOA
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