El jardín que
rodea la casa de Emilie de Villeneuve conserva su Mesa de Piedra. Ella
amaba particularmente ese rincón del hogar de su niñez y adolescencia, donde han
quedado resonando sus conversaciones, sus juegos, sus sueños. Sentada en uno de
sus bancos laterales, fue descubriendo su más profunda
vocación.
Un día, en ese
mismo lugar, se animó a revelarle a su
padre el sueño que la mantenía “despierta”, el que hacía latir su corazón entusiasmado:
servir a Dios y a los pobres.
La Mesa
de Piedra se ha transformado para quienes compartimos los sueños de
Emilie en el íkono del encuentro, del diálogo, del discernimiento. Es la Mesa
de las decisiones, de esas decisiones que marcan para siempre nuestra
vida y la de quienes nos aman. Es la Mesa de los encuentros que se graban
en lo más profundo de nuestro interior y dejan una huella que no se borrará
jamás.
Nuestro patio
del Tilo, en el Notre, está poblado de risas, cantos, voces, que
nacen alrededor de la Mesa, la Mesa del Tilo.
La Mesa
del Tilo, que ya no es de piedra, es lugar de encuentro, de
complicidades, de tareas en grupo, de pasar el rato “por el gusto de estar” así nomás. Junto a esta Mesa, en soledad o en compañía, nos sentimos en Casa.
Alrededor de
esta Mesa aprendemos, jugando, conversando, trabajando, escuchando, compartiendo,
que cada día es una invitación a crecer como personas, a acercarnos
a quienes nos necesitan, a compartir sueños de libertad y vida
abundante.
A esta Mesa, a
este lugar, estemos donde estemos, siempre podremos volver. Por más lejos que
nos lleve nuestro camino en la vida, siempre podremos reencontrarnos alrededor de la
Mesa del Tilo, nuestra Mesa de Piedra.
www.notredame.edu.uy